Desmitificar el sexo tántrico


Quisiera hacer la reflexión de lo que voy a exponer no desde la defensa de una posición, sino como una apertura hacia una dimensión o paradigma que pueda ser útil para quien esté abierto a explorarlo. De hecho, quisiera que así sea en cualquier reflexión que haga de cualquier aspecto de la vida ya que, como declarado seguidor de la actitud tántrica, debiera hacer con todo.


La esencia del tantra es la no lucha y, por supuesto, esa lucha se refiere sobretodo en nuestro Ser (no un ser metafísico, sino lo que somos en todo momento) a lo que nos mantiene más ocupados durante toda nuestra vida: el lenguaje. Incluye el habla, y no solo cuando hablamos a los demás, sino también cuando hablamos con nosotros mismos, es decir, pensar. También incluye el escuchar –cuantas veces cortamos a nuestros interlocutores para hacer que nuestra propuesta sea la que se imponga en la conversación-. Y como decía, al escribirlo aquí.
Lo quiero dejar claro de antemano por si algún lector observa indicios de cualquier postura parcial de lo que voy a exponer, y comprenda que llegar a la actitud imparcial no lo tengo en absoluto logrado, y espero que durante la vida que se me ha concedido disfrutar lo consiga en el mayor grado.

La visión del sexo tántrico que se ofrece por los buenos profesionales que hoy en día se dedican a ello, en general en forma de talleres y sesiones individuales pone el foco de atención al cuerpo. A través de diversas técnicas de meditación, respiración y ejercicios realizados en pareja, sin que la mente intervenga, se deja que las cosas sucedan por si mismas.
Esto tiene un efecto muy interesante, pudiendo revelar muchísimo acerca de quiénes somos realmente en tal situación, -y como repercute en otras-, simplemente observando cómo nuestro cuerpo responde.
Como práctica, como ejercicio, es muy interesante, sin embargo, lo que quiero señalar, es que estamos apartando algo que normalmente, en nuestra vida, es también imprescindible.  Es la mente. El lenguaje.

Tantra no es una disciplina ni un conjunto de técnicas. Tantra es una actitud. Que llevamos en cualquier situación de nuestra vida. Incluido el sexo. No solo el sexo que pueda haber en una práctica o meditación en pareja. Sino el sexo real. Y el sexo real incluye el lenguaje.
El lenguaje nos permite crear nuestra vida a nuestra voluntad. Lenguaje es tener la libertad de interpretar las circunstancias a nuestra manera. Por lo tanto, el lenguaje nos permite crear nuestra propia sexualidad.
El lenguaje incluye una declaración de amor, un sí o un no, como cualquier juicio ante cualquier situación. A través del lenguaje interpretamos la realidad. Y esta interpretación es la que nos excita o no ante nuestra o nuestro amante.
Excluirlo en la práctica tántrica puede ser, como he dicho, muy interesante para observar nuestro funcionamiento establecido, por genes o por creencias u hábitos establecidos. Pero nos limita ante la creación de nuestra nueva forma de Ser. Incluyendo, por supuesto, quien somos ante el sexo.
Atributos del ser, tales como el respeto o el amor, la responsabilidad, la entrega, la generosidad y el miedo, se expresan y manifiestan a través del lenguaje, mediante el habla y la escucha.

Poner consciencia a la vida cotidiana es la esencia del tantra. Por lo que llevarla a nuestra sexualidad, sin duda, nos abrirá un mundo por descubrir, que además podremos crear a nuestro antojo, utilizando el privilegio de la libertad que como humanos disfrutamos.
Esta “pequeña” diferencia es en realidad, un cambio radical en nuestra percepción de la vida y del sexo. Entender que somos creadores de ella es radicalmente distinto que ser simples manifestaciones de una verdad ya establecida.
En la práctica se traducirá en interpretar el sexo como más nos convenga. Crear el erotismo que seamos capaces. Detectar miedos en nuestras conversaciones con nuestras parejas, -tan frecuentes que ni nos damos cuenta- y sobre todo, hacer que la propia conversación sea fuente de creación de pasión, amor y complicidad.
Explorar, indagar en esa área es una tarea apasionante que podemos hacer hasta, por lo menos, el final de nuestra actual vida.

Propongo pues, un tantra que incluye el lenguaje. Con un objetivo un tanto distinto. Más allá de descubrir quienes somos, ir creando al Ser que queremos, en todas las áreas de la vida y, por supuesto, y como viene siendo subrayado en la tradición tántrica desde hace muchos siglos, en el sexo.

El  sexo tántrico pues, no es un sexo determinado, ni mucho menos un sexo lento, con velitas, aceites e incienso. El sexo tántrico no existe, ya que el tantra no propone ninguna manera de ser o hacer en particular. Y que las interesantes disciplinas que se vienen desarrollando no nos confundan.

Jordi Oller

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Una consulta o mas bien propuesta
En lugar de hacer tantos articulos del sexo tantrico y de tantra en definitiva
¿Podrias hacer un articulo de coaching,sexo y tantra? Los tres temas juntos
Seria interesante
Saludos

Unknown dijo...

Hola anónimo. Gracias por la propuesta. En estos artículos estoy fusionando el coaching en el tantra. Quizás en este en concreto no se refleje tanto pero sin duda en los demás si es evidente, especialmente cuando me refiero al uso del lenguaje en el tantra. Estoy llevando a cabo un trabajo de integración de un paradigma a otro, tema a tema.
Esto lo hago a través de la escritura, el habla y la experiencia, tanto personal como grupal en los talleres que doy.
Quizás los títulos no dan fe de ello y pido disculpas. El motivo es, como he dicho, que estoy en estos momentos investigando en ello y quizás no esté estructurado de forma adecuada, incluyendo los títulos.
Saludos,

Jordi Oller

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